Convivencia v.s. Matrimonio

No es un secreto que, en la sociedad que nos ha tocado vivir, más y mas personas deciden por la convivencia frente al matrimonio. De hecho el porcentaje de personas conviviendo en los Estados Unidos (a quien usaremos como marco de referencia) ha incrementado en los últimos años. Alrededor de 5.5 millones de estadounidenses viven juntos. De estos, 89% son parejas heterosexuales. Lo que nos muestra que esta convivencia n proviene de un sector de la población al cual «no se le permita casarse» (entendamos, la facción homosexual). Debemos entender el por qué de esta generación de adultos entre 25 y 40 años cierto rechazo a la institución del matrimonio. Podríamos señalar el increíble incremento de divorcios ocurrido en los últimos 30 años como uno de los factores. Al 2002, alrededor de 10% de la población norteamericana mantenía un estatus de «divorciada». De estos, 24% tenían hijos. La mayoría de nosotros tiene, al menos, 1 amigo cuyos padres se divorciaron a temprana edad. Este «ejemplo» que nos ha dado esta generación de divorciados es una de las causas de que menos personas se quieran casar.

Pero esa no es la única razón para justificar la convivencia. El matrimonio, como institución, conlleva un compromiso; compromiso que en boda cristianas es sintetizado en la frase: «Hasta que la muerte nos separe». Este compromiso es uno de total entrega a la otra persona, de sacrificio y trabajo. Estas tres cosas conllevan una gran responsabilidad tanto social, como mental y emocional, a las que las personas llegan mediante madurez. La generación de nuevos adultos a la que pertenecemos, no quiere, y más preocupante, no puede, asumir tal madurez y responsabilidad. Esto a consecuencia de un individualismo frio y aislante que se ha esparcido a lo largo de esta época. Las personas están cada día más y más preocupadas por una cosa: ellos mismos. El sentido de bien común, tan característico de la modernidad del siglo 19 ha venido a ser remplazada por una preocupación egoísta de «que me conviene a mí». El mejor ejemplo de esto lo podemos observar en la historia norteamericana contemporánea al observar el aislamiento político-diplomático que sufrió esta nación al terminar la 2da guerra mundial. De hecho, precede a ella; de los japoneses no haber atacado territorio norteamericano, los estadounidenses nunca hubiesen participado en la lucha contra los nazis. Es este individualismo el que hace que no «limitemos» ciertas «libertades» en orden de tener un compromiso profundo hacia otro ser que decimos «amar».

Este «sacrificio» esta muy bien ejemplificado para nosotros los cristianos en la figura de Jesucristo. De hecho, las escrituras nos hablan de que no hay muestra de amor más grande, que el sacrificarse por otra persona como Cristo se sacrifico por nosotros. El problema yace en que la mayoría de las personas que optan por la convivencia no conocen de este amor. Es en ese detalle que podemos encontrar otra razón por la cual la generación actual no ve el matrimonio como la mejor forma de relación de pareja: su relación directa con la religión. Vivimos en una época donde llamarse cristiano es equivalente a «ignorante» e «inculto» (la mentalidad detrás de esto es que «como alguien que se haya educado e ilustrado, y que tenga alguna pizca de razón, pueda creer en algo tan anti-razón como lo son las implicaciones sociales y teológicas de la biblia»). Cualquier idea o verdad pierde su validez como opción al guardar relación con la biblia. Esto también, gracias al bombardeo de sectores de extremo liberalismo hacia las Escrituras tildándolas de represoras, arcaicas e irreales. De hecho, este sector, irónicamente autoproclamado como «democrático», tiende a evaluar cualquier idea críticamente con excepción de la biblia. Y es que, de nuevo, vivir de la forma que Dios quiere es un acto de madurez y responsabilidad de los actos propios; de auto sacrificio, de autocontrol. Siendo este ultimo algo difícil para alguien que lo que busca es satisfacer sus deseos.

Al ver estas 3 razones, entendemos por que un sector de la población (que cada día se incrementa) opta por la convivencia como estilo de vida. Con esto en mente, podemos entonces acercarnos a las razones por las cuales ese «co-habitar» no es la forma correcta de vivir y porque el matrimonio sí lo es. Para esto, haremos un acercamiento comparativo entre ambas tendencias. Comencemos por observar la opinión de Dios al respecto de ambas.

Al buscar en la biblia, podemos encontrar como Dios no fuimos creados para estar solos. Al observar Génesis 2:18 encontramos que Dios dice «No es bueno que el hombre ande solo«, esto pues no somos sino una mitad. Dios nos creo con la intención de hacernos completos a través de una relación profunda con una pareja. Esto se observa gráficamente cuando nos dice «Y dejara el hombre a su padre y su madre y se unirá a su esposa, y serán una sola carne» (Génesis 2:22-24). También Dios nos dice mediante los proverbios de Salomón: «El que halla esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia del Señor.» (Proverbios 18:22). Jesús argumenta al respecto al ser cuestionado por los fariseos sobre el divorcio. En ese momento Jesús reitera la fusión de la pareja en un ser y la perpetuidad de tal unión:

Entonces vinieron a él los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa? Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre. (Mateo 19:3-6)

El apóstol Pablo también argumentaría sobre lo profunda y eterna de esta unión: «Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios.» (1er Corintios 11:11-12) Cabe señalar que el matrimonio no es un sacramento, es una institución social de origen divino. Esta, es gobernada por las leyes de Dios conjunto a las de la sociedad (siempre y cuando las últimas no confluyan con las primeras. En la ceremonia, los cristianos pedimos por la bendición de Dios, pero esta en sí no es una religiosa.

Observada la Opinión Divina pasemos a las ventajas del matrimonio sobre la convivencia. En primer lugar al convivir no se crea un compromiso real con la pareja al punto que la mayor parte de las parejas que conviven, terminan separándose antes de casarse. Un estudio de la Universidad de Columbia arrojo que sólo 26% de las mujeres que convivían se caso con su pareja, y de los hombres, sólo un 19%. Esto, como vimos anteriormente, proviene de un sentimiento individualista que lleva al egoísmo. Muchas de las parejas conviven porque piensan que, al no ser un compromiso formal, no tiene que sacrificar muchas de sus «libertades» como salir, comprar y conocer otras posibles parejas. Además sienten que tampoco deben compartir otras posiciones como el dinero, el auto, etc. Entiéndase que mantienen un sentimiento de que «esto es mío«. El que las personas que convivan permite a las personas el continuar buscando la pareja correcta pues, en cualquier momento, se pueden ir sin pasar por las formalidades de un divorcio. Si comparamos esto con lo que dice Dios, es totalmente contrario. Por esto, en las relaciones de convivencia, en la mayor parte de las parejas, una de las facciones sale muy herida. Se podría argumentar que las parejas casadas también se separan y sufren, pero, veamos quienes son la mayoría de esas personas. Según el sociólogo Neil Bennett de la Universidad Yale, 80% de las mujeres que convivieron son más probables a divorciarse al casarse que aquellas que no lo hicieron. Una de las razones principales para esto es que el convivir quita honor, respeto, importancia y santidad al matrimonio.

Esto, eventualmente, causa un efecto de infelicidad en las parejas que conviven. Con las actitudes descritas anteriormente cualquier persona se siente desvalorizada y amada a mitad y causalmente; «te amo… por ahora». Según estudios hechos por sociólogos las parejas que conviven pelean más, se agreden, gritan y tienen una división de labores más injusta. Esto no se detiene al casarse. Las parejas que convivieron antes de casarse tienden hacer menos felices que aquellas que no lo hicieron. Esto según un estudio hecho a más de 300 parejas recién casadas por el Concilio Nacional de Relaciones. La queja principal de estas esposas lo fue la falta de comunicación.

7 Respuestas a “Convivencia v.s. Matrimonio

  1. goffer

    hola agradesco por l ensñansa es q a respto me esa pasando lo q se predice en la biblia a cerca de la convivencia es q desde q conoci a la mama de mi hija q ya tiene tres años y medio y es q desde el primer momento q la conoci a ella comenso con muchas mentiras por ejm… me mintio de su edad, me mintio q tenia hijos( 2 hijos) , tambien dijoq tenia problemas en su casa y pues todo a ido de mal en peor desde que ccomenso la relacion yya son casi cinco año desde esa fecha nacio el primer hijo que supuestamente tuvimos es q depues q nacio ese niño pasados tre meses ella me avia mentido y antes avia conseguido dinero prestado de una persona yy esa perssona era aquella persona era la persona con quien ella avia tenido relaciones cuando ya estaba conmigo y eso mas mme lleno de desconfianay desde aii todo fu mal graias ´pr su consejos

  2. ELEMED

    ES MALO CONVIVIR SIN NINGUN TIPO DE RELACIONES UNA PAREJA PERO SOLO COMO AMIGOS?

  3. milly 40

    El único comentario que puede emitir.. es que creo en el matrimonio a pesar de que pase por el divorcio, y también creo que si le permitimos a Dios entrar en nuestras vidas y tomar el control de todo El nos guiara a la persona idónea para nuestra vida.

  4. Creo que debe revisar su gramatica y ortografia antes de publicar este articulo. Tambien me da la impresion de que faltaron datos que afirmaran que el matrimonio es realmente lo que Dios quiere. Este articulo no esta mal, pero necesita revision y ampliacion del tema.

    • Gracias Liza por tu lectura y comentarios. Realmente este blog no se supone que estuviese publicado; aun estoy desarrollando los ensayos y, de hecho, los estaba escribiendo directamente al blog. Voy a colocar la pagina «no visible» o a modificar el estatus de la página como una «en construcción». Efectivamente, y como bien señalas, le falta
      información al artículo. Además, algunos de los argumentos que usé han ido evolucionando (comencé esta página hace algunos años pero comenzé estudios posgraduados y deje de brindarle atención). Espero este verano 2013 poder culminar este y otros proyectos que tengo pendientes. Que Dios te bendiga.

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  6. andrea

    hola bueno solo para decir que es muy cierto que la convivencia es un acto egoísta. Por que en primer lugar se debe tener en cuenta cual es la verdadera intención de convivir? si es solo para probar entonces no funcionara, habrán relaciones y peor aun embarazos no deseados y esto sera un acto de inmadurez tremendo porque no se toma consciencia de lo que realmente significa formar una familia y el compromiso que implica convivir. Probablemente la persona seguirá probando con mas chicas (os) y eso desnaturalizara el amor. Cada cosa tiene su tiempo y si no se quiere consecuencias irreparables asuman con la suficiente madurez sus relaciones y no solo se fijen en los bienes materiales y lucrativos como compartir departamento, gastos y cosas que no incluyen al afecto verdadero. sino el verdadero amor que es ser uno sin dejar de ser dos y si son buenos católicos deberán saber aun mas que ese momento tan esperado que es el matrimonio deberá estar antecedido por una relación seria con la idea que me veo viviendo el resto de mis días con esa persona.
    Dlb

    Saludos

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